Seamos sinceras, no creo que a nadie le haga gracia que la critiquen o rechacen. Sin embargo, para muchas personas neurodivergentes, puede superarnos la ansiedad y el malestar que nos provocan las críticas, o lo que percibimos como críticas aunque no se hayan expresado con esa intención. Esta hípersensibilidad se ha denominado disforia sensible al rechazo (RSD, por sus siglas en inglés). Pensemos en el cerebro de la persona con TDAH como un aparato con el volumen a todo lo que da. Esto quiere decir que la persona neurodivergente suele vivir las emociones de una forma más aguda e intensa la persona neurotípica.
Aunque sí es verdad que, hoy por hoy, no existe un consenso claro sobre la razón por el cual las personas neurodivergentes son más propensas a la RSD, se cree que tiene que ver con la desregulación emocional, o la incapacidad de procesar y responder adecuadamente a los estímulos emocionales. Además, debemos tener en cuenta que se calcula que un niño con TDAH recibirá unos 20.000 mensajes críticos o correctivos más a los 12 años que un niño neurotípico medio, lo cual podría explicar fácilmente la relación entre la RSD y el TDAH.
La mera percepción de la crítica puede desencadenar la disforia sensible al rechazo.
EL RECHAZO SENSIBLE DISFORIA Y LA AUTOESTIMA
Las personas con RSD suelen evitar situaciones en las que podrían verse expuestas a la crítica o el rechazo. Las mujeres con TDAH tienen especial propensidad a padecer RSD y trastornos generales de ansiedad, lo que supone un posible impacto importante sobre su autoestima y, a la vez, aumenta su susceptibilidad a la depresión. En última instancia, muchas mujeres en esta situación acaban evitando las situaciones en las que podrían producirse críticas o rechazo. Pueden acabar aislándose de ciertos retos laborales o personales con tal de evitar la RSD.
Mientras tanto, la otra cara de la moneda de la RSD es la euforía que puede producir el reconocimiento positivo, o lo que podríamos llamar la euforia reactiva al reconocimiento. Recognition Responsive EuphoriaSe trata de la emoción provocada por la retroalimentación positiva, y en el caso de las personas neurodivergentes, de nuevo, esta reacción puede ser mucho más fuerte que en las personas neurotípicas. Sin embargo, ésta estrategia se debe emplear para motivar, ya que aporta el subidón de dopamina necesario para llevar a cabo una tarea. Eso sí, siempre y cuando el elogio sea genuino.
Elogiar a alguien suele provocar una reacción positiva, pero en el caso de las personas con TDAH, la reacción puede ser más impactante
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